Soy un amado hijo de Dios, y Él tiene una obra para mí.
Con todo mi corazón, alma, mente y fuerza, amaré a Dios, guardaré mis convenios y usaré Su sacerdocio para servir a los demás, comenzando en mi propio hogar.
A medida que me esfuerzo por servir, ejercer fe, arrepentirme y mejorar cada día, calificaré para recibir las bendiciones del templo y la alegría duradera del evangelio.
Me prepararé para ser un misionero diligente, un esposo leal y un padre amoroso siendo un verdadero discípulo de Jesucristo.
Ayudaré a preparar al mundo para el regreso del Salvador invitando a todos a venir a Cristo y recibir las bendiciones de Su Expiación.